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Vivo mi vida en 134espacios. unos son largos, otros extremadamente cortos. Paz, calma, lucha...

SARMIENTOS de VIDA

                SarmienTOS    dE    VId@

 

                Desde que mamá nos dejó, han cambiado muchas cosas. He acelerado mi ritmo: atender a papá, a Juanxo y Pere, mis hijos, las clases en el instituto, la casa, no descuidar a Luis, mi marido, los trámites y los papeles…

 

                 Sinceramente, tras las vacaciones de Semana Santa y Pascua, necesitaba  tener otras vacaciones, pero debía volver al trabajo. En el instituto, el primer día lo dedicamos a la lectura de las redacciones. En las lecturas, los mismos lugares, las mismas anécdotas. Atiendo sin entusiasmo hasta que Ana nos lee sobre su experiencia: Balcones de Oleana. Pido silencio y ella sigue explicándonos las actividades. Me dejo llevar y aprendo de mi alumna.

 

                 Pienso en mis hijos, adolescentes necesitados de quemar energías. Me siento sumergida en una sesión de vinoterapia: es como una nueva placenta que me recoge y  me recupera.

 

                 Cuando llego a casa me sumerjo en internet para visualizar todo lo imaginado. Sueño una chimenea. Sueño espacio  para recuperar tiempo con Luis y alejarnos de estos meses  últimos, caóticos y tristes. Hemos de darle la vuelta a todo. Fuego que purifica: tronco que arde o brasa que aguarda. Hago la reserva que me pide el cuerpo, que me reclama el alma. Sí. Es el momento de detenerse para que todo fluya.

 

                 Imagino a papá saliendo de su ensimismamiento y esbozando pequeñas sonrisas, rodeado de una naturaleza agradecida. El ejercicio enológico, se confunde con el psicológico. Hay un vino para cada momento y cada experiencia gastronómica: la vida nos pide saborearla recién cosechada o conviene madurarla en barrica. Matices de color, textura: vida. Sumiller: el reconfortante intercambio de la experiencia.

 

               

                Ahora, en Mayo, hay un salto de días, un puente, que lleva directamente a  Balcones de Oleana. Estoy allí, abro el balcón para dejar entrar un nuevo momento de mi vida. Todo está y estará bien. Levanto mi copa por mamá y brindo por todos nosotros.  

     

 

               “yo soy la vid, vosotros los sarmientos…”. Necesito, ahora, sentirme  sarmiento y alimento. Quiero ser  casa “pairal”de la memoria. Quiero ser para poder dar.

 

Carlos Cabrera Grau.

Finalista I concurso de relatos "DIAS DE VINO BALCONES DE OLEANA". (2009.)

 

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