ALMA, CUERPO Y ESENCIA
ALMA, CUERPO Y ESENCIA.
No puedo asegurar que la historia que voy a contarles sucediese tal como yo se la cuento. La escuché de alguien que a su vez también la había oído. Es la primera vez que se escribe. De ustedes depende contarla tal y como les llega o hacer sus propias variaciones.
1. ALMA
Adela era una hermosa mujer atemporal que había nacido junto a las vías del ferrocarril, en un cruce de caminos. Su familia estaba tan vinculada a los caballos de acero, que, mientras su madre estuvo embarazada, ella sentía el traqueteo del tren como un segundo corazón.
La familia siempre siguió los destinos del padre. Adela vivió su niñez unida al tren. Creció mientras su padre hacía meritos en recónditas estaciones. En la adolescencia, destinados ya en Madrid, Adela se matriculó en la Universidad. Fue de las pocas mujeres que cursaron ingeniería. También fue de las primeras mujeres en ocuparse del ferrocarril.
Cuando se jubiló, mudó su enamoramiento. Su marido hacía ya varios años que la veía desde el cielo y sus hijos, la mayor parte del año, circulaban por vías y plazas europeas. El tiempo de Adela empezó a contarse con la misma arena que, en su niñez veía arrojar a la vía para que el tren iniciara su movimiento. Su tiempo era compacto, rápido, silencioso.
El enamoramiento de Adela era, ahora, de libros novelados, de maquetas inocentes, de brillantes sellos, tarjetas y fotos. Adela estaba feliz. Tenía total dominio de su reloj. Un aparente embrujo la hacía estar en todos los foros, en los círculos creativos, en las inauguraciones…Su reloj corría para llegar a tiempo y se paraba para disfrutar de cada momento.
Cuando nació el concurso, estaba ella allí para acunarlo y cantarle versos de Machado con la música de Serrat. Se entregó a su cuidado con alma y cuerpo. Poco a poco, edición tras edición, comprobó que todavía tenía espacio en su corazón para albergar más amor. Descubrió que el amor era como sus trenes y los relatos: no hay uno igual a otro. Partidas y llegadas. Estaciones. Ancho de vía. Nocturno y diurno. Intenso. Corto. Largo. Pausado. Arrollador. El tren y el amor eran poesía.
Año tras año, edición tras edición, Adela era recepcionista, secretaria y la primera lectora. Adela era el alma del concurso. Todo el mundo quería leer en su mirada. Paciente amante que quiere ver amado el objeto de su cariño, jamás permitió que se destruyese un texto no premiado. Costeaba de su bolsillo el regreso de las obras a su origen. Procuraba acompañar los envíos con alguna nota amable, comentarios favorables que había escuchado y una buena ración de ánimos:
“…no deje amainar su empeño. Acompáñelo de mucho trabajo. Adjunto nos permitimos remitirle unas propuestas. Observará que hemos pasado su texto por las manos de un corrector. Mejore su ortografía. Lea los clásicos que le proponemos. Hemos observado que se ha documentado bien, pero falta fuerza. Viaje usted en tren “de verdad”. Le esperamos el año que viene…”
2. CUERPO.
Desde que se abría el período de admisión de obras hasta que se cerraba, Adela apenas paraba por casa. La Fundación tenía reservada para ella un pequeño apartamento, en la propia sede.
Pese a todo, el año que sucedió lo que ahora les cuento, Adela todavía estuvo más enclaustrada. Cada nuevo relato la hacia un poco más consciente de la situación que vivía y, en su aislamiento, buscaba la explicación que necesitaba para darle coherencia a todo el proceso.
Repaso las bases del concurso y tampoco pudo hallar respuesta, hasta que, consecuencia seguramente de sus muchos años de oficio y trabajo sistemático, las dudas le llevaron hacia la pista correcta.
Encontró el cuerpo de delito, la explicación.” Simple y efectiva”, pensó. Adela siempre se sentía satisfecha cuando encontraba una relación directa entre cosas poco complejas y soluciones certeras. Aquella noche, Adela sonrió.
3. ESENCIA.
Aquel año, se contaron 3000 obras. Adela, encargada de hacerlas llegar al jurado, las conocía todas.
Estaba contenta pensando en los acontecimientos. Se había sorprendido al encontrar los puntos de coincidencia en casi todos los relatos. Había descubierto que desde la propia página Web de la Fundación, una Asociación, “Amigos del tren y la escritura”, abría la suya. En ella se ofrecían casi todos los consejos que, durante años, Adela había hecho llegar a los participantes.
Iban a ganar todos. Mientras salía lentamente de la sede de la Fundación, recordaba:
“Cierro los ojos, me dejo llevar…
Soñar, conseguir paz…
Llegar a destino una vez más.
Tren de carbón, eres mi pasión, te llevo
En el corazón.
Amado tren, olvida el desdén de quién quiso competir contigo.
Invítale a volver, aleja de tu corazón cualquier desavenencia pasada y
Abre tus entrañas a las personas conocidas y extrañas.
Dentro de ti todos caben y los que no lo
saben, me lo oirán contar a mí.”
0 comentarios