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Vivo mi vida en 134espacios. unos son largos, otros extremadamente cortos. Paz, calma, lucha...

LOS OBITUARIOS,EL COACHING y EL JOVEN PESCADOR.

 

 

Es posible que  sepas de alguien cercano que haya escrito su obituario o relatado que haría si supiese que el día que está viviendo iba a ser el último de su vida. Este es un ejercicio frecuente para centrar la atención y desarrollar nuestras potencialidades, buscando aquello que es importante para nosotros y repasando  aquellas cosas que nos restan energía y no nos hacen crecer.

Recomiendo la lectura de OBITUARIO DE UN HOMBRE  SINGULAR, de Jorge Bucay. El libro La ÚLTIMA LECCIÓN, podría encajar también en esta dinámica.

Particularmente prefiero recomendar que se elabore un PERFIL, como los que se pueden leer en FACEBOOK. Hacer un perfil también requiere un ejercicio de retrospección y una mirada al futuro. Encontrar un sentido a la propia existencia es la propuesta de Víctor Frank. Las técnicas y propuestas del  coaching seguro que serán de gran ayuda, para este propósito.

Para terminar quiero contaros lo que le pasó a mi padre un día de pesca. Creo firmemente que mi padre iba a pescar para meditar, de hecho pocas veces traía peces, pero siempre pescaba alguna observación, alguna historia.El día que os comento, eligió el sitio adecuado para situarse, saludo a los que ya estaban sentados y se dispuso a preparar su caña y aparejos. Finalmente  pudo lanzar al agua su anzuelo cubierto con  el mejor de sus cebos y esperó que se hundiese el flotador, momento en el que todo el mundo sabe que debe tirar de la caña y cobrar la pieza. Pasó el tiempo. Creo que el pescador sabe vivir el momento presente y vaciar la mente. Mi padre estaba abstraído cuando un joven pescador le pidió permiso para usar los despojos, los desechos del cebo que mi padre había puesto en su anzuelo. Mi padre asintió con una sonrisa en los labios, preguntándose que esperaba el muchacho conseguir con aquello. Al momento de lanzar el muchacho su sedal al agua, el pez más grande, más bonito de  todos los peces imaginables, era suyo. Todos los pescadores cercanos, incluido mi padre, se levantaron de sus puestos de pesca, para ayudar y felicitar al chico. Un rato después mi padre ya estaba en casa. Creo que comprendió que su día de pesca había concluido de la mejor forma. He llegado a pensar que el papel de mi padre aquel día, era estar allí para que el muchacho pescase.

La vida puede ser  como un día de pesca. Hay que estar preparado para recoger el pescado y dispuesto para felicitar al otro. Mientras esperas que se hunda la boya, el flotador, medita. Es incluso posible que entonces pesques algo diferente.

Carlos Cabrera Grau. Septiembre 2009

 

 

 

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